El Monte Tlaloc, por décimo año consecutivo fue sede de la denominada «Danza del Sol», que contó con unas 60 personas, en una de las más significativas expresiones del vínculo entre hombre y naturaleza ofrecida por los pueblos originarios del Norte de América, que celebran cada verano desde hace siglos.
Dicha celebración consta en que estas 60 personas entran al espacio sagrado que rodea al llamado, «Árbol de la Vida», quienes antes que nada ofrecen un ayuno por 4 días y noches para agradecer los regalos que la naturaleza ofrece para todos los seres vivos.
Toda esta celebración fue bajo la dirección de James Johnson, miembro de la nación originaria choktow.
El rito consta en que; Acompañados por la música de un tambor descomunal, los participantes enfrentan los elementos con el estoicismo que caracteriza a los antiguos pobladores del territorio norteamericano.
Asimismo, la danza es complementada por rituales ancestrales como son; los temazcales y la ceremonia de pipa, en donde originalmente esto fue creado como una danza exclusiva para hombres, pero hoy en día es practicada también por mujeres, ya que se dijo que: «la participación de la mujer se originó en el siglo XVIII, cuando los guerreros estaban ocupados combatiendo al ejército norteamericano que invadía sus tierras, por lo que las mujeres decidieron apoyar con su ayuno y su energía».
El antecedente e historia de tal rito se basa en que: «A lo largo de la historia, los humanos han buscado maneras de conectar con el mundo a nivel material y espiritual. Al contemplar el misterio de la creación han sido inspirados para contar historias que nos expliquen las causas y razones de nuestra presencia en el mundo, el significado mismo de la existencia».
Finalmente, se informó que este rito es de origen Sioux y ahora la Danza del Sol es llevada a diferentes naciones, encabezada por líderes tradicionales como el propio James Johnson, quienes están convencidos de que la humanidad entera se puede beneficiar de las enseñanzas de rituales como éste.