martes, noviembre 5, 2024
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El “Padre Botello”, la momia bajo el resguardo de la Uaemex

Aunque no lo creas, como parte del patrimonio de la Universidad Autónoma del Estado de México (Uaemex) se conservan al menos seis momias de distintos municipios del Valle de Toluca, entre ellas la del Padre Botello, una leyenda que ha llegado a nuestros días y que asombra a propios y extraños.

El Museo Universitario de Historia Natural «Dr. Manuel M. Villada”, ubicado al interior del edificio histórico de Rectoría, es el lugar ideal para resguardar este tipo de piezas, que nos recuerdan esas historias que van entre la vida y la muerte y que se entretejen con la historia oral y las tradiciones.

Estas piezas tienen una amplia historia, ya que hace 128 años fueron donadas al antiguo Instituto Científico y Literario. La colección consta de seis cuerpos momificados, de los cuales cinco (dos mujeres adultas y tres niños) tienen sus orígenes en el municipio de Almoloya de Juárez, según documentos que se resguardan en el Archivo Histórico de la Universidad.

La sexta momia corresponde a un hombre adulto, que según cuenta la leyenda es conocido con el nombre del “Padre Botello”, procedente de acuerdo a la evocación popular, del antiguo cementerio de San Gabriel, de la ciudad de Toluca.

Al respecto, el guía de este museo, Jorge Armando Mata González, destacó la leyenda del “Padre Botello”, que según cuenta fue un sacerdote español de “malos hábitos”, ya que se cree se dedicaba a jugar, apostar y beber, “posiblemente también se robaba el vino de consagrar para su uso personal, de ahí el sobrenombre del ‘Padre Botello’”.

También se dice que llegó a abusar de algunas mujeres, mientras ellas se acercaban a confesarse, lo que originó que vecinos de la comunidad de Acahualco, lo aprendieran y lo tuvieran preso en la Iglesia de El Ranchito.

“Se lo llevan y se desconoce exactamente en qué punto se detienen y lo linchan y presuntamente lo ahorcan, por eso, tiene más inclinada la cabeza al pecho”.

Entre estas piezas también se encuentra una momia de un bebé, que se estima tenia una edad de 6 meses, y la leyenda cuenta que fue víctima de un problema epidémico de disentería, que se presentó en la región de Almoloya de Juárez, en la segunda mitad del siglo XIX.

Explicó que gracias a la conservación natural que se dio como consecuencia de la mezcla entre las sales naturales del suelo y la cal, uno de los elementos principales que se utilizaba al enterrar a los muertos en siglos pasados, es que hoy se pueden conocer estas piezas.

Estas momias presentan un proceso natural o espontáneo de momificación, que se caracteriza por la desecación del cadáver por una evaporación de los líquidos, es decir, del agua en los tejidos, adquiriendo así los restos una coloración parda, al igual que una disminución de volumen y peso del cuerpo.

En el caso de estas momias el color amarillento brillante se debe a la acción de un barniz que se les aplico para mantener su conservación.

Con la finalidad de conocer más sobre estos cuerpos conservados, sin dejar de lado las leyendas que existen sobre su origen, se realiza una investigación científica basándose en aspectos como: condiciones de vida, edad, talla, enfermedades, condición social, entre otros elementos, por tal motivo se lleva a cabo un estudio multidisciplinar, en el que se realizan análisis en parasitología, ADN, tomografía computarizada en 3D y radiológicos, así como estudios etnohistóricos y culturales relacionados con las costumbres, tradiciones de los pueblos de la región y temporalidad en el que estas personas vivieron.

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