Después de años de trabajo en operativos de búsqueda y rescate, detección de drogas o explosivos, los perros del Agrupamiento Canino de la Secretaría de Seguridad del Estado de México reciben un retiro digno en el Centro Geriátrico Canino de la dependencia.
A diferencia de otros tiempos, cuando cada agrupamiento se encargaba por separado de sus ejemplares retirados, hoy existe un espacio especialmente diseñado para ellos, donde pueden vivir sus últimos años con tranquilidad y cuidados adecuados.
Este centro, ubicado en la comunidad de Santa Juana, comenzó a operar en septiembre del año pasado y actualmente alberga a 31 perros, en su mayoría de la raza pastor belga malinois, además de un pastor alemán y dos labradores.
Su pelaje ‘güero’ y su personalidad juguetona abona a la esperanza de decenas de familias buscadoras
Cada uno de ellos dedicó cerca de nueve años de su vida a diferentes tareas de seguridad pública y, ahora, en la etapa final de su vida, son atendidos por un equipo que vela por su bienestar.
Cambio de rutina, pero no de actividad
Los perros policías no dejan de trabajar abruptamente. Aunque ya no participan en operativos, continúan con paseos y juegos adaptados a su condición. Algunos, a pesar de la edad, siguen mostrando energía y ganas de moverse; otros, con problemas articulares o pérdida de dientes, prefieren una vida más tranquila.
‘Es como cuando una persona se jubila, no significa que ya no sirva, sino que cambia su rutina. Nosotros seguimos interactuando con ellos, porque el contacto con los humanos es fundamental para su bienestar emocional’, explicó el encargado del Centro Geriátrico Canino, Juan Antonio Flores Jarquín.
Además de recibir atención veterinaria diaria, los perros conviven con los cuidadores y continúan con ejercicios ligeros según su estado de salud.
Algunos tienen displasia de cadera, problemas renales o tumores, pero cada uno es tratado con los cuidados necesarios para garantizarles calidad de vida en sus últimos años.
La esperanza de vida de estos perros, después de su retiro, es de cinco a seis años, aunque algunos han llegado a vivir hasta siete.
El esfuerzo físico al que estuvieron sometidos en sus años de servicio influye en su salud, pero los cuidados que reciben en esta nueva etapa les permiten seguir disfrutando de la compañía de los humanos que los han acompañado en su camino.
‘Ellos nos dieron años de su vida en operativos, soportaron frío, lluvia y largas jornadas. Ahora nos toca a nosotros devolverles algo de lo que nos dieron, asegurándonos de que tengan un retiro digno’, señala Flores Jarquín.