Carlos García Álvarez, líder de la Alianza Mexicana de Organización de Transportistas (Amotac), reveló que más del 50% de los 300 mil choferes registrados en la entidad han dejado esta actividad, por temor a ser víctimas de la delincuencia. El impacto de esta situación se refleja en la baja disponibilidad de operadores y la pérdida económica para el sector.
De acuerdo con García, la inseguridad en las vías estatales ha llevado a muchos choferes a cambiar de oficio para proteger su integridad. Actualmente, solo la mitad de los transportistas continúa activa, lo cual representa un fuerte golpe para la logística en el Estado de México.
Según datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, las cifras son preocupantes: semanalmente se reportan entre 15 y 20 robos de unidades. «Los conductores enfrentan riesgos mortales», mencionó García. En lo que va del año, ya se han registrado cinco asesinatos de chóferes.
El líder transportista enfatizó que ninguna carretera puede considerarse segura. Incluso los automovilistas particulares están expuestos a robos y ataques. Las rutas más peligrosas incluyen México-Querétaro, México-Pachuca, Chamapa-Lechería, México-Puebla, Arco Norte y Chalco-Amecameca. La delincuencia se ha diversificado, atacando especialmente vehículos que transportan abarrotes, medicamentos, aparatos eléctricos y electrodomésticos. Además, las unidades robadas son desmanteladas para comercializar sus partes.
García lamentó la falta de atención de las autoridades federales y estatales, atribuyendo el problema a la desorganización entre los propios transportistas. «Cada grupo busca solucionar sus problemas de manera individual, lo que dificulta una estrategia conjunta», puntualizó.
Como medida inmediata, la Amotac planea realizar reuniones en los próximos días para diseñar acciones que aumenten la seguridad en las carreteras. Asimismo, buscarán que la Guardia Nacional asuma el compromiso de implementar estrategias de vigilancia.
La crisis de inseguridad no solo afecta a los transportistas, sino también al suministro de bienes esenciales y al desarrollo económico de la región. La parálisis en el sector logístico podría generar retrasos en la distribución de mercancías, encareciendo productos y afectando a la población en general, finalizó.